28 de mayo de 2017

El movimiento de sentimientos en la danza contemporánea

Considerada una “ciencia” en la Antigüedad y la hermana inseparable de la música, la danza surge como el exponente de la representación de los sentimientos a través del movimiento. Sea sobre el amor, la amistad, la felicidad, el sufrimiento o la enfermedad, sin duda es una forma de arte que cuenta siempre una historia llena de emoción. Una sola expresión, una línea del cuerpo, una parada o un simple salto consiguen transmitir lo que sentimos y lo que deseamos exteriorizar. En verdad, hubo un momento en el que la danza se asociaba a la más alta expresión de nuestra espiritualidad y por eso era entendida como un lenguaje que unía el cuerpo, la mente y el alma. Hoy, hablamos también de su poder libertador, tanto a un nivel físico como emocional, que nos permite entender, sentir y vivir aquel momento como se fuéramos otros. De hecho, nos dejamos llevar por su encanto, somos transportados hacia un mundo diferente, contemplamos las más hermosas coreografías y somos sorprendidos por su significancia.
Al visualizar estas coreografías, percibimos que ambas hablan de conceptos cotidianos, mientras proponen un ambiente repleto de emoción y presentan la exploración del movimiento. De una forma sublime, el amor y la amistad son los protagonistas para un público absorto desde el palco. Además, hay una tensión que va marcando el ritmo a través de una música apropiada para la construcción de una pieza tan sensible y creíble. Pues, la vida que llevamos siempre es una fuente de inspiración. Los altibajos de las relaciones interpersonales, las luchas, el fracaso o el éxito; todo puede ser representado y la danza es un medio que lo permite. Aunque a nuestros ojos parezca algo simple, no nos podemos olvidar del esfuerzo exigido al concebirse un arte cargado de significado y estremecimiento.




Joana Rodrigues

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